Formación de proclamadores.


Formación permanente de proclamadores sábado 15 de junio desde las 9 am a 10:30 am parroquia San José Obrero, Armenia, invitación delegación litúrgica, a cargo del padre Ferney.

 

Los proclamadores de la Palabra somos personas católicas comprometidas a proclamar la Buena Nueva durante las celebraciones Eucarísticas, somos la voz de Cristo. Nos da la bienvenida con los buenos días el padre Ferney Doctor en liturgia, delegado por monseñor para la diócesis de Armenia en liturgia, nos conduce a recitar las laudes del día, para iniciar, un hermoso himno entonado con un ritmo sobrio y conocido nos recuerda que todos unidos formamos un solo cuerpo, somos en la tierra semilla de otro reino, somos testimonio de amor (Él padre nos dice: si he tenido problemas con los demás compañeros de los grupos parroquiales, si trato mal a la secretaria o al sacristán y he gritado hasta él padre, no puedo ser proclamador, no puedo estar en ningún grupo parroquial).

 

Nos recuerda que un pequeño signo de puntuación mal hecho, cambiaria como tal la finalidad del texto, nos recuerda el miedo de nuestros antiguos sacerdotes antes del concilio vaticano II al peligro de las malas traducciones de las sagradas escrituras, la perdida de la fuerza de las palabras de Dios, nos enseña que la iglesia católica es más, es mucho más, que tratemos de comprender los misterios que transcienden con la liturgia, nos estimula a enamorarnos de Cristo, la iglesia católica es la única con tradición desde Cristo, la iglesia católica vive de la palabra y de la eucaristía, la palabra nos enseña a portar a Cristo de pasar de una simple lectura a palabras encarnadas en nosotros mismos, primero, antes de exigir de los demás, Cristo quiere transformar nuestras vidas, me debo de preguntar ¿soy mejor que antes? Me dejo dirigir por él amor demostrado por cristo, ¿Cristo que dirá de mí? La iglesia está llamada a ser, antes nazarenos y después cristianos, es un despertar de la iglesia, proclamador= es un profeta que habla de Dios, pero principal su ejemplo de vida.

 

El padre Ferney nos enumera 7 consignas como proclamadores:

 

1.     Tener conciencia ministerial:

es tener conciencia del rol sagrado que tiene el proclamar la palabra de Dios.

 

2.     Oración antes de proclamar:

Es necesario una preparación espiritual.

Yo quiero ayudar a salvar, pero ayúdame a salvarme, Señor.

 

3.     Interiorizar la palabra:

Ser transparentes de Cristo, estar configurados en Cristo, contacto personal con la palabra, dedicar tiempo a la palabra, orar; Señor háblame, que yo calle, ser un evangelio vivo.

 

4.     Encarnar la palabra:

Personificar a Cristo, representar el evangelio, la doctrina de la iglesia católica, en la homilía nos enseñan a vivir el evangelio, no es el tiempo que demore el sacerdote en la homilía es lo que diga y que me ayude a crecer espiritualmente y personalmente.

 

5.     Comunicar con pasión y claridad:

Soy un servidor, un proclamador debería ser catequista, en continua formación, sin formación no hay como entender para explicar.

 

6.     Comunión:

La comunidad, mis hermanos en cristo, que puesto ocupa en mí, la palabra de Dios es para todos, es para edificar, como proclamador ayudo a edificar, yo edifico cuando soy solidario, soy partidario de la paz y la armonía, permito que Dios moldee mi vida, una comunidad dividida no está en Dios.

 

7.     La glorificación de Dios, todo es para la gloria de Dios.

No mía. El padre hace énfasis en nuestra presentación espiritual y personal, muy limpios en cuerpo y alma, el recalca: no sandalias (no chanclas), de ninguna forma, de ningún color, ni en plataforma ni tacón, ni para señores o no señoras, en ningún momento, en ningún día, la eucaristía del lunes o jueves no es menos que la eucaristía del domingo, todas las eucaristías son sagradas, todos los días, no tenis.

 

Yo necesito saber, saber más de Dios. El padre Ferney le recordaba a monseñor Carlos, que la formación de los laicos es lo mejor que pueden hacer por nosotros, y asegura, que, al acrecentarse nuestra conciencia ministerial, seamos valiosos cooperadores en él ministerio sacerdotal.

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